Soy Nietszche

Osvaldo Gonzalez Iglesias

02/05/2023


Primer Acto

Una cabaña, nieve en la ventana, un hogar, a la derecha una gran biblioteca, libros sobre la cómoda y en el piso, un sol de noche sobre una mesa pequeña encendido, la luz corta el rostro del hombre que recostado en una mecedora está semidormido, una barba rala de abandono, una gorra de lana y unos lentes pequeños sobre la nariz respingada, su rostro parece en paz, de golpe un dolor interior deforma su rostro. Por la derecha del estudio, desde un cuarto adjunto que puede ser una cocina, una mujer joven, rubia y voluptuosa fundada en un delantal blanco de enfermera con una cofia en la cabeza en donde introdujo un rodete tupido y de finos filamentos. El hombre murmura entre dormido, está acostumbrado a esos divagues, prefiere no hacer ruido para no despertarlo.

Para asombro de la enfermera Nietzsche abre los ojos y la mira con tanta intensidad que parece querer atravesar con un brillo intenso.

(La luz del candelabro se fue apagando de apoco, Nietzsche sigue murmurando ahora con frases incoherentes, la enfermera se perdió en un profundo sueño, ya no lo escucha, parece un lobo aullar a lo lejos, un tigre gime, sin fuerza, moribundo quizás, nada temerario, una víbora ahora se impone con su suspicaz sisear, el viento apaga ahora todos los sonidos de animales, su zumbido cruza la montaña de la Alemania de Nietzsche.)

Segundo Acto

La escena comienza en una pequeña habitación, Nietzsche se encuentra sentado en su escritorio rodeado de algunos libros. Su hermana Elizabeth entra a la habitación sin golpear la puerta, abruptamente, tiene un carácter fuerte e impulsivo, se dirige hacia el protagonista desafiando.

Elizabeth - ¿Qué haces aquí Friedrich? ¿No tienes nada mejor que hacer que estar encerrado en esta habitación todo el día? El hombre ve y disfruta del verano, el sol te reconforta.

Nietzsche - (Sacando la vista de sus documentos, apacible, aun abstraído.)

¿Qué haces tú aquí? No tengo tiempo como para soportar tus impertinencias. Estoy trabajando sobre unos aforismos que terminara para siempre con la engañosa metafísica, no tengo tiempo para sandeces. Tomas el sol del verano y sigues perdida en tus frivolidades, el mundo espera de mí algo más que caminar bajo el sol, no puedo hacer cosas que para mí no tengan sentido.

Elizabeth – So…si claro, tus grandes teorías y tus incoherentes aforismos, jajaja, la moralidad del hombre, que absurdo, ni yo te entiendo que soy tu hermana, que es eso del gran engaño. ¿Quién te crees que eres para cuestionarlo todo, jajajaj, si papá te viera no te reconocería, aquel chico sencillo en lo que se transformó? La moral, ¿qué sabes tú de moral? Hay una única moral a la que todos nos subordinamos, la moral divina, ya nos enseñó nuestro padre. ¿Quién eres para cuestionar la existencia de Dios? A veces pienso que por momentos escribes locuras.

Nietzsche – ¿No puedes tan solo respetar lo que hago? Hoy nadie me entiende, ¿porque deberías ser tú la excepción? Ya sabrán, inclusive tú, quien es Friedrich Nietzsche, cuando descubran mi verdad ya nadie podrá dejar de aceptar su contundencia, aunque quizás para entonces ya estaré muerto, o ya sea tarde. Andamos ciegos creyéndonos poderosos, somos engañados, arrastrados con falsas consignas, huecos discursos que nos encadenan a falsos mesías.

Elizabeth – Se aproxima una nueva era para nuestro país, deja de hablar de la moral, de esa locura del súper hombre, ¿Qué es un Führer? ¿De eso se trata? Acaso te refieres a nuestra raza, superior y capaz de guiar a la humanidad descarriada. ¿A eso te refieres? Eso es lo que piensa Bernhard, habla sobre la raza aria y sus virtudes. Quizás en eso coincida contigo, nos han humillado, pero esa época llegará pronto a su fin, ya verán de que somos capaces.

Nietzsche – Lejos estoy de esa locura hermana, el hombre – entiende esto Elizabeth – (se para para acercarse, eran ambos de la misma talla) la verdad es solo una ilusión, ¿Entiendes? Es una especie de error, vemos lo que no es basados en ese error, la verdad está en el uso que hacemos de las cosas y de cómo ellas funcionan, eso de la razón es solo una fantasía con el fin de darle sentido a la vida, vacía e inocua, la decepción de sabernos incapaces de ser nosotros mismos y desprendernos de ese engaño, son dioses ni falsos profetas. La verdad es un valor, es el valor que le damos a su utilidad ¿Entiendes hermana? Por ello, falso es el uso que le damos, tú y tu esposo, y esa forma de concebir la condición humana es falso, están sumergidos en agua estancada, turbia y putrefacta.

Elizabeth – eres un filósofo de pacotilla, un hombre débil y enfermizo que se oculta detrás de sus libros, súper hombre, ni siquiera eres capaz de andar por la vida sin traspiés, sin internaciones, sin compañía, alguien que te amé y te cuidé. Se avecinan nuevos tiempos para nuestra Alemania que está naciendo de sus cenizas. El tiempo dirá quién tiene razón hermanito, sabes que te quiero, pero me enervas, pareces un niño que intenta crear un mundo de fantasía para poder jugar en soledad.

Nietzsche - ¿Cómo me puedes decir algo así? Basta Elizabeth no permitiré más tus ofensas, tus agravios, Sos brutalmente sarcástica, muy hiriente, pero también te quiero, lidiamos con lo que somos, nos necesitamos uno al otro, no te vayas al Paraguay, esa propuesta de Bernhard es una locura, un experimento ridículo, te hará daño, quédate, si como dices Alemania será nuevamente una gran nación, quédate, para ver de qué se trata todo eso del Fascismo. No encontrarás en Paraguay lo que no exista ya en tu querida Alemania.

(Bernhard entra con el mismo impulso en que lo hizo rato atrás Elizabeth, Nietzsche está nuevamente sentado, la disputa se había disipado, su hermana parada a unos pocos metros del protagonista, cuando ve llegar a su prometido Elizabeth camina hacia la biblioteca como si de pronto la atrajo algún volumen de los tantos que se encontraban ahí, en cambio Nietzsche baja su vista sobre sus papeles, todos querían evitar enfrentar a Bernhard que tenía un carácter de los mil demonios, autoritario y con cero capacidad autocrítica, el todo lo sabía, lo que pensaba y decía era la verdad absoluta.)

Bernhard - ¿Qué pasa por acá?, ¿discusión de hermanos?

Elizabeth – Nada, le contaba sobre nuestro viaje, pensé que ya lo habías hablado tú con Friedrich. ¿Sabías Friedrich que Bernhard me ofreció matrimonio? En realidad, a eso venía. Bueno contigo hermano todo termina tomando otro cariz, todo lo intelectualizas, la vida es más sencilla hermanito, ven con nosotros. Hermanito quiero que seas feliz, sacarte un poco de tu oscuridad. Te hará bien, ven con nosotros. ¿Estás de acuerdo Bernhard?

Bernhard – Por supuesto, ven, tea hará bien conocer a esa gente, son extraños, tiene un comportamiento incivilizado, sub humano diríamos, claramente, no son como nosotros, son una raza inferior, ¿tu entiendes verdad? Como los judíos, como los esclavos de que tanto hablas, resentidos ante la superioridad aria. Friedrich, tantos libros y nos ves lo que están haciendo con nuestro país.

Nietzsche - ¿Qué dices Bernhard? Vayan, realicen su experiencia, ambos están trastornados. Estoy lejos de esos pensamientos, muy lejos. El devenir del carácter del ser es la superación del caos, el hombre como centro del universo, el cuerpo expuesto a la intemperie, la única fortaleza en la que creó, ese superhombre que es capaz de ver en sí todo su caudal, toda su potencia, su riqueza. Ustedes alaban la destrucción del hombre como individuo, de su capacidad para crear y expandirse, ustedes quieren subordinar a cada una de esas potentes individualidades a la voluntad irracional de un mesías. El hombre es su propio mesías. Ustedes creen ser Apolo, yo Dionisio.

Bernhard –No te confíes, nuestra nación está en peligro, tú no sabes lo que es defender la cultura de un país, a su historia de gloria, llegó el momento en que todo el pueblo esté de acuerdo de lo que somos y de lo que queremos como raza, nadie, ni mucho menos tú con tus falacias lo impedirán, el hombre alemán es un solo puño, un solo golpe, una sola identidad, somos fuertes y tenemos que demostrarlo al mundo, definir nuestro lugar en Europa. Tus ideas son confusas y por esa razón peligrosas, confundirá a nuestra gente, tu mundo es distócico el nuestro lleno de luz y esperanza, tu eres el nihilismo, nosotros la potencia en desarrollo, de la máquina, de las armas. Un solo puño, Friedrich, un solo puño controlara el mundo.

Nietzsche – Ten cuidado hermana, Bernhard está mal de la cabeza y creo que tú vas por el mismo camino, ten cuidado, algo extraño le pasa a nuestra gente, hermana, sabes que te quiero, cuídate, no confíes en nadie, menos en aquellos que te ofrece seguridad a cambio de que cedas tu libertad. No creas en falsos líderes, el hombre no tiene amo.

Elizabeth – Basta Bernhard, ya está, deja a mi hermano en paz. Friedrich, si no volveremos a vernos, ya no quiero discutir contigo, eres mi familia, mi sangre, el resto solo ideas, pensamientos oscuros que pueden empañar nuestro amor. Espero que pronto podamos volver a estar juntos, no estoy seguro, lo intentare. Te quiero hermano, cuídate, cuídate mucho, deja descansar tu cerebro, te volverás loco. Salúdame a Rée y a Lou, espero esté cerca de ti.

Bernhard – No eres más que un loco enfermo, un desequilibrado, solo un demente asume la muerte de Dios, Dios es un ser inmortal, infinito, creador de los hombres, de la tierra, del universo, nuestro pueblo sabrá que hacer con los dementes.

El protagonista prefiere no contestar, un incisivo dolor de cabeza lo aturde, pero no lo doblegó, tomó su fuente y comenzó a escribir, los apuntes finales de su obra “Zaratustra”. La luz se va apagando quedando en el cuarto un tenue filamento lumínico proveniente de la lámpara del escritorio en donde se encuentra, esta luz le corta el rostro, se puede dilucidar esa extraña expresión donde el dolor y la concentración parecen un único gesto.

Tercer Acto

Rée entra a un salón con una gran biblioteca, con dos sillones y una mesita a cada lado, Nietzsche se encuentra leyendo el diario un una de las butacas, no levanta la vista, sigue absorto en su lectura, la única luz que alumbraba el lugar era la que el lector tenía sobre su periódico.

Nietzsche mira a su alrededor como si buscara algo que acaba de perder, las palabras se disuelven en su boca y perdían su claridad, viscosas y disolubles lo hacen balbucear.

Ambos salen a la calle, la luz penetra por la puerta mientras entra un fuerte resplandor que los atraviesa, alguien se ríe, seguramente no es Nietzsche

Cuarto Acto

En la sala de estar de la casa de los Nietzsche, Bernhard Forster esposo de Elizabeth esta última está sentada en un sillón leyendo un libro mientras su esposo está de pie junto a la ventana mirando a lo lejos.

Elizabeth – (levanta la vista del libro) ¿Qué te pasa Bernhard?

Bernhard – (volviendo en sí) Nada, nada… Solo pensaba en algunas cosas.

Elizabeth - ¿En qué? En nuestra nación, en su futuro, hemos sido humillados, Europa nos ha humillados hasta lo intolerable. Nuestro pueblo fue acorralado y obligado a someterse a los vencedores.

Elizabeth – Son las consecuencias de la guerra, fue nuestra responsabilidad, pagamos por eso.

Bernhard – Una cosa es pagar las consecuencias de una guerra en la que fuimos derrotados, otra ese intento de los franceses e ingleses de someter el espíritu alemán a los designios de otras potencias. Aún nos queda la esperanza de nuestras fuerzas y convicciones, tenemos a alguien que está logrando que recuperemos esa esperanza,

Elizabeth – No te entiendo, que propones, de a poco recuperaremos nuestros derechos y volveremos a ser lo que fuimos. El Führer recuperara nuestra nación.

Bernhard – No entiendes Elizabeth, el problema es aún más profundo, estamos gobernados por los judíos, esos socialistas, están tomando el control de todo. Se encendieron durante la guerra y ahora aprovechando nuestra debilidad se están alzando con nuestra nación. Pero ese hombre aún no tiene la fuerza necesaria el pueblo aún no confía plenamente en él, a todos les agrada lo que dice, pero algunos dudan de si podrá llevarlo a cabo

Elizabeth – Y que debemos hacer, matarlos, un profesor como eres tú no puede tener esos pensamientos, son seres humanos, tienen derecho a ser parte del gobierno, nosotros fuimos derrotados, el espíritu alemán quedó derrotado, quizás seamos parte del pasado y otros pueblos más astutos que nosotros logren hacer las cosas mejor.

Bernhard – Los judíos nos quieren destruir, borrar nuestra cultura, revisar nuestro pasado. Llevarnos a la ruina. Son un pueblo inferior, tú lo sabes tan bien como yo, que te ha pasado, nuestra raza es muy superior a las que hoy conducen el mundo. Los judíos destruirán nuestra cultura y entonces si seremos un pueblo esclavo.

CAMBIA DE ESCENA

En otro ángulo del escenario esta Nietzsche en la reposera cubierto de mantas, delira, el cuarto en penumbras, libros a sus pies, murmura algo imperceptible, cuando de pronto entra Elizabeth acompañado de la enfermera, la hermana del filósofo parece alterada levanta la voz, se queja de la enfermera, de su hermano.

Nietzsche – Mujer, ¿Qué haces? Intento dormir. Silencio. Nefastos son los pueblos que fanáticos de dios, desprecian el conocimiento. Termina con esos acordes, me has defraudado, das lastima, como has caído en brazos de la piedad, donde ha quedado tu ímpetu guerrero.

Elizabeth – hermano, estoy acá, vengo a estar contigo, vengo a cuidarte, ¿Qué te pasó hermano? ¿Qué dices? No se te entiende, dime a mí que te acongoja, porque padeces tanto dolor, quiero que compartamos ese hondo sufrimiento tuyo conmigo.

Enfermera – Hace tiempo que no responde, solo dice incoherencias, frases indescifrables, quizás puede usted entender, quizás nos está pidiendo alguna ayuda.

Nietzsche – Déjenme dormir, apaga la luz, me duele la cabeza, no puedo pensar, necesito silencio, el desierto se abre frente a mí con su caudal. No estoy loco Elisabeth, no entiende que siempre hay algo de locura en el amor, pero hay mucha razón en la locura, ayh hermana todos estamos un poco locos, todos declinamos ante el amor .

Elizabeth Estás sola y Bermhard, ¿no estaban en Paraguay? ¿No entiendo? Ayer estabas acá conmigo, discutiendo sobre mis pensamientos, sobre nuestra raza, recuerdo, si, acaso no fue ayer, ¿O no hermana? No entiendo, qué pasa con el tiempo, se diluye con tanta rapidez que ya no percibo su transcurrir.

Elizabeth – Han pasado tres años hermanos, ¿Qué fue de ti todo este tiempo, Lou, no te viene a ver y Rée, tu entrañable amigo te abandono?

Te dije en las cartas que te envié, Bermhard está muerto, el proyecto fue un fracaso, mi querido esposo se suicidó, no lo soporto, tan convencido sobre la superioridad de la raza, no tolero el fracaso, las cosas fueron muy distintas a las planeadas, mi Bermhard ya no está entre nosotros, seguramente bajo el cobijo de Dios. Vengo a estar contigo hermano, vengo a cuidar de ti.

Enfermera – Está dormido señora, los dolores de cabeza le son más leves cuando duerme, no resiste mucho tiempo con los ojos abiertos, señora, yo le leí sus cartas, no sé si es consciente de lo que sucede a su alrededor, por pocos momentos parece recuperar la lucidez, y se lo ve feliz, luego cae en un profundo pozo, se duerme y su rostro parece andar por algún submundo infrahumano, su rostro se entumece.

La luz se va apagando y el telón se cierra, las mujeres miran al enfermo con un rostro piadoso.

Quinto Acto

El estudio del filósofo , este se encuentra en su escritoriocon la cabeza gacha escribiendo sobre un block de papel grueso, una pluma en la mano, sus lentes caídos sobre su nariz, despeinado, con la mano izquierda sostiene su cabeza desde la frente, con la derecha escribe apasionadamente. Lou, una joven mujer bella, entra por la puerta que da a la calle sin golpear, lleva una valija en una mano y un bolso en la otra, se le ve feliz, pálida pero feliz.

Lou – Friedrich, ¿cómo estás? Que alegría volver a verte, vengo de París, quería saber de ti, no me contestas las cartas que te envió. ¿Cómo la has pasado querido amigo?

Nietzsche – (sorprendido) Lou… ¿Qué haces acá? ¿Cuándo llegaste a Alemania? ¿a qué has venido? (nervioso por la inesperada presencia de la mujer que ama)

Lou – Te he echado de menos, no sé nada de ti, me preocupas, pensé que te había pasado algo grave al no contestar mi correspondencia. ¿Estás bien? ¿pasa algo? Te noto extraño, no pareces el mismo.

Nietzsche – Te has dado cuenta, ya no soy el mismo, he cambiado, no quiero verte, ya he perdido mucho tiempo, estoy atrasado con mis papeles, necesito tranquilidad, pensar, concentración. Lou, ya no formas parte de mi vida, ¿No te has dado cuenta? Por algo no conteste tus cartas. Fuiste un soplo en mi mente un fugaz recuerdo que intento olvidar para siempre.

Lou - ¿Acaso ya no me amas?

Nietzsche – ya no y lo sabes, no soporto más tus desaires, tu falta de empatía, de amor sincero. Te necesitaba, claro que sí, eras para mi muy importante, pero ya no. Convivo feliz, con mi soledad y mi fortaleza me ha hecho libre, este es mi refugio más productivo para mi misión en esta tierra.

Lou – No digas eso Friedrich, tu eres un genio, mi héroe, te respeto más que nada en este mundo, compartimos tantas cosas y ahora ese odio de tu parte me destruye y lo sabes. Sabes que soy una mujer libre, me conoces como pocos.

Nietzsche – Si, lo sé, pero no me amas, ni nunca lo has hecho, eso que dices es otra cosa, otro tipo de sentimiento que a mí no me sirve para nada. La verdad solo deviene sin que la busquemos, solo percepción, y cuando llega duele como pocas cosas duelen en la vida. Quizás deberíamos evitarla y seguir viviendo en el engaño, la ignorancia nos ara feliz. Solemos decir lo que no sentimos, como tú ahora, pero lo que habita en lo más profundo de nosotros, solo lo callamos, le tememos y lo disfrazamos de sentimiento, pero solo es la verdad desnuda que no queremos que nos lastime. Tú me usas, me engañas, me rechazas y traicionas.

Lou – No… Eso no es verdad, tus ideas perturban tus sentimientos y la crueldad aflora por orgullo, por temor a ser humillado, te confundes, jamás te humillare, solo que mi amor es de otra índole. ¿Qué te ha pasado para que estés tan resentido con la vida? Eres un huraño.

Nietzsche – Sí.. Lou, sabes que jamás miento, eso sería traicionar lo que soy y lo que pienso. Tú me rechazaste cuando te propuse matrimonio, me traicionaste cuando te fuiste con Rée. Tú me olvidaste cuando te casaste con Andreas, y dices que me amas, quizás solo me admiras y confundes tus sentimientos, eso para mí no es nada. El decir del pensar es callar, es tanto lo que callas que lo que dices solo es un caparazón que engaña lo que en realidad sientes. Tu no me amas, he descubierto que estar solo es mi destino, mis jaquecas y las dudas son todo lo que me acompaña en mis días. Yo me enfrento a mi propia realidad, a ese retorno infinito e infernal que significa la repetición de nuestros actos por toda nuestra vida. Aprenda a convivir con el dolor, mi cuerpo a flor de piel es el camino que va desde el dolor a la libertad, al conocimiento.

Lou – No creo en nada de lo que dices, solo usas tus ideas como excusa para resguardar tu orgullo, tu genialidad te ha convertido en un ser soberbio, ocultas tu inseguridad, por eso esa forma negativa de ver la vida. Nada impide que nos amemos, que encontremos una forma original y única de amar.

Nietzsche – Todo nos impide estar juntos, sobre todo, este es mi destino. Tu eres joven, yo ya un viejo, estoy enfermo y veo el mundo de forma distinta a ti, aunque sabes envidio tu inteligencia y esa destreza a devorar la vida. Yo soy lo que pienso, soy Dionisio, no soy Apolo.

Lou –No te rechace por desprecio sino por un profundo respeto, porque además eres un hombre distante. No te traicione por deslealtad sino para poder conservar nuestra amistad. No deje de llamarte por mi indiferencia, sino por estar tan distante.

Nietzsche - Entiendo, no te sientas culpable, aunque no lo parezca soy un hombre oscuro pero feliz, estoy descubriendo el sentido de la vida, eso nadie lo ha logrado aún, somos solo puro devenir, no existe razón a la existencia más que puro deseo de poder, de placer, de goce, de control, de superioridad, no hay nada más en el hombre que ese perpetuo devenir de lo mismo, es la nada misma, el gran desierto que se expande y lo domina todo, tenemos que saber ser lo que somos y aprender a soportarlo, entonces seremos libres.

Vete Lou, no quiero detenerme en tu rostro, mucho menos olfatear tu cuerpo, ni rozar tu piel, no toleraré un segundo ver desplegar tu fulminante inteligencia, me haces sentir insignificante y eso no quiero que suceda. Vete Lou, ya no quiero verte, ni que me escribas, prefiero pensar que solo fuiste un gran sueño, o una poderosa e incisiva pesadilla.

(Cuando queda solo en el estudio dado que Lou se fue sin remedio, se levanta con pesadez, habían pasado los años y sentía el peso en sus espaldas, encorvado se esfuerza y logra enderezarse de apoco mientras se dirige a la ventana, mira unos segundos, la calle estaba llena de transeúntes y vehículos que transitan por las arterias de la ciudad)

Nietzsche – Dios ha muerto, los hombres no tienen excusas, están ahora definitivamente solos para afrontar sus destinos, para entender sobre sus vidas, ya no hay excusas que justifiquen su ignorancia, su misticismo. Ya no los debe asustar el castigo divino, ni deben arrastrarse por ese dudoso destino trazado por la divinidad, con la excusa de la trascendencia. El hombre ahora solo tiene que temer de sí mismo, enfrentarse a su destino y saber dominar sus impulsos de muerte. El hombre debe ahora madurar y despegarse de estos más de dos mil años en la oscuridad de los templos. No tenemos ya en quien aferrarnos para soportar nuestros miedos, la verdad aterroriza, pero nos dignifica. La verdad puede hacernos sentir miserables, pequeños y expuesto sin refugio a la intemperie, pero ese es nuestro irremediable comienzo, la única forma de vida posible para ser nosotros mismos, fuertes, poderosos, una existencia plena, somos Dionisio, estamos desnudos, borrachos, danzando mientras festejamos la orgia, la plenitud del ser, la totalidad de nuestros deseos de poder.

Sexto Acto

Una escena callejera, una ciudad que puede ser Turín, Italia, se escucha a un choreo de los que abundan en esa época castigar a su caballo con crueldad, descargando sobre él al parecer algún añejo resentimiento. El caballo relincha, pero nada puede hacer para evitar su dolor, está atado y sujeto a las riendas que el cochero aparte de castigarlo con el rebenque tironea fuerte de las correas haciendo elevar el músculo hocico del caballo provocando aún más dolor intencional. Nietzsche escucha desde su cuarto cerca de la puerta suceden los hechos que lo perturban. Sale furioso a la calle, permanecemos en el interior del estudio, solo escuchamos los gritos del chofer del carruaje, los relinchos del caballo y ahora las voz aguda y quejosa del filósofo que parece desesperarse.

Nietzsche - ¡Basta bestia¡¡Deja de golpear a ese pobre animal ¡No ves que sufre y es incapaz de defenderse, no te mereces hombre, ser noble, solo te comportas como esclavo! Como un maldito cobarde.

Cochero – (Furioso contra el entrometido) ¿Qué te importa a ti, lo que yo hago con mi animal? Hago con él lo que quiera.

Nietzsche – Ni tu caballo ni nadie merece ese trato, tú eres la bestia, a ti te deben castigar con esa furia que tú desatas.

Cochero - Calla hombre, ¿tú qué sabes? Este caballo es viejo y perezoso, es un inútil, no me sirve para nada, pero es lo único que tengo para seguir ganándome la vida.

Nietzsche – Está viejo, mucho te habrá servido para que ahora lo maltrates, reconócelo, sufre, es un ser vivo que también siente tu desprecio, siente tu incomprensión. Reconoce lo que es y cómo te ha servido cuando aún tenía fuerzas. Él tiene dignidad, intenta seguir andando, pero sus fuerzas se lo impiden, tu eres una bestia indigno de su esfuerzo, de su voluntad.

Cochero - ¿Quién eres para hablarme así? ¿Te conozco? ¿Eres un intruso? Eres un enfermo demente, un extranjero. Metete en tus cosas.

(El filósofo ya no lo escucha se aferra al cuello del caballo y llora, como si en esas lágrimas pudiera sintetizar el dolor de toda una humanidad incapaz de sentir, de sufrir por los seres vivos que nos rodean, aferrados en el egoísmo y la traición)

Nietzsche – No me conoces, se más de lo que tú crees, El hombre se ha olvidado de su naturaleza, el único animal que hace el mar porque sí, inconsciente del daño que acarrea, irracional y salvaje. Tú eres una bestia, como el resto de los hombres, tú necesitas creer en una moral que justifique vuestros actos más perversos.

Cochero – Aléjate, suelta a mi caballo que necesito seguir mi recorrido, tú estás loco, el animal no entiende, vete enfermo.

Nietzsche – Si así tú lo crees, locos, puede ser, pero solo loco para tu entendimiento limitado y brutal, loco para saber cómo superar la moral. Locos son aquellos que creen en dioses y se subordinan a una moral sin razón, quieren justificar sus actos y para ello convocan a dioses que se apiaden de sus odios, frustraciones y resentimientos.

(Nietzsche se encuentra ahora en su estudio fatigados, exultante, desequilibrado, la escena reciente lo conmocionó al punto de sumirlo en uno de sus recaídas, delira, por momento pierde la lucidez)

Nietzsche – Quien calla absolutamente, calla sin ocultarse, en cambio quien al comunicarse práctica una manera de ocultamiento, calla al hablar para que nadie sepa quién es, para que desconocen su verdadero pensamiento. ¿A qué viene eso? (se pregunta) ¿Porque hablo si en mi hablar oculto ese dolor que parece no querer develar? El bien y el mal, el placer y el dolor y el yo y el tú…..Para el que sufre apartar los ojos de su propio dolor y perderse así mismo en un ebrio placer…… (el filósofo se agarra la cabeza como si esta le fuera a estallar) No hay placer sin dolor, soportare la locura, la enajenación, este dolor infinito que me sumerge en la confusión, pero me estimula el placer de saberme hombre libre, Dionisio en sus orgia, ahí estoy, bailo y la música mueve mis nervios y mis huesos, el placer de saber, de encontrar en el dolor la fuente del conocimiento, de la sabiduría absoluta, sólo el superhombre es capaz de tanto, todo regresa y en ese regreso construyo mi identidad, mi esencia más pura. Bailo y siento como mi cabeza estalla y a la vez palpo con mis manos la verdad a flor de piel, una verdad dolorosa que solo es posible entender si es con el cuerpo como Dionisio que abrazó para que como punzantes cuchillos traspasan sus órganos.

(Nietzsche se mueve alrededor, con dificultad, como quien intenta bailar, pero se tropieza, una dos y tres vueltas hasta que sus piernas se aflojan su cuerpo se curva y cae al piso, en el golpe de la caída la música se corta bruscamente, se escucha mientras la sala se conserva en silencio estas palabras)

Nietzsche – Lou, me muero Lou y mi corazón se comprime, se haga sin haber vivido el amor, la humanidad reclama que la amemos, que nos amemos, sin violencia, sin prejuicios y falsas morales, libre, entregados al otro sin temor dispuesto a todo, dejarnos consumir en el amor, desangrarnos en la pasión, en el lívido de la vida, soltar nuestro orgullo y dejar derramar nuestra sangre, somos el universo en llamas, somos la vida que construye dioses, mundos, realidades ficticias que nos reconstruyen una y otra vez. Somos el centro de la naturaleza, nos debemos conservar y reproducir como las fieras más astutas, como el felino más valiente, como esa víbora que se mueve sobre la superficie de la tierra recorriendo los insondables caminos de la existencia, como el águila que como el eterno retorno gira en círculos para subir cada vez más alto, cada vez más lejos, cada vez más amo de los cielos.

Acto Séptimo

Un bosque frondoso, sombras que se mueven con el viento, al atardecer de un día de invierno, un camino vigoroso atraviesa el bosque, Nietzsche entra en escena desde la derecha y se para frente a esa inmensa imagen.

Nietzsche – (habla y murmura), - El hombre le busca sentido a su existencia, ignora cómo trascender más allá de su pequeñez, busca y sus pensamientos su licua ante la inmensidad de la vida que no le da tregua.

(Se detiene y observa a lo lejos, no hay nada, pero él imagina el vacío) Nuestra Alemania, parece haber perdido su razón de ser, el sentido de su historia, y puede caer en la ignominia, puede perder para siempre su destino.

El mundo cayó en el Nihilismo por eso se han creados grandes monstruos para intentar reemplazarlos, monstruos sin cabeza, dictadores que se proponen llenar ese espacio que la humanidad ha dejado vacío, el hombre no puede vivir en el vacío hoy reemplazado por consignas temerarias que hablan de una raza superior intentando recuperar un orgullo mancillado por la derrota, falso, falso son estos que llenan vacíos y provocan estallidos de furia contra su propia raza, cobardes. Es momento de crear nuevos valores ya que el pasado ha destruido el sentido del ser y lo ha transformado en una masa inerme y obediente, instalando el temor propio de los esclavos.

(Camina y se detiene, camina y se detiene, como si su pensamiento requisara su espacio y no pueda seguir caminando) Hoy queda a la luz esa realidad, el hombre es esa cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda suspendida sobre el abismo. ¿Será capaz de transitar, cruzar el abismo y elevarse? O se dejarán arrastrar a otra guerra en donde ya no serás humanos, sino salvajes intentando sobrevivir a un enemigo imaginario.

(Se apoya sobre un árbol y reflexiona) La naturaleza es el impulso vital que nos ayuda a superarnos, (Mira la copa de el árbol en donde se encuentra apoyado) Pero cómo transmitir esa fuerza a mis compatriotas, los que están sumido en la complacencia y la mediocridad, ¿Serán capaces de recibir la fuerza estimulante de la naturaleza? En ella descubriremos la voluntad de poder.

Está en nuestras manos el poder de la creación, no en Dios, somos capaces de dar forma a nuestra realidad, salir del caos y despertar a la humanidad de su letargo. La guerra parece ser la única opción para curar las heridas de un pueblo que fue humillado, pero el sometimiento a que nos llevara esa contienda a manos de un hombre, acabara con nuestra capacidad de ser hombres libres y ya no poder ni pensar, ya no ser seres, individuos creativos y únicos. La masa nos arrastrará hacia el lodo del olvido.

Es dura la realidad, pero más dura es la ignorancia de no saber cómo lidiar con ella, el arte es nuestra herramienta, tiene la capacidad de revelar verdades como nadie lo puede hacer, es la luz que nos da claridad para ver en las profundidades del abismo como también, es los que a pesar de la monstruosidad de esa verdad nos da alivio y fuerza para subsistir.

El Nihilismo se adueñó de ti mi querida Alemania, yo creía, antes de que caigas en el barro de la desidia y la derrota final, que podías llegar a ser un faro de pensamiento y libertad, pero eres débil, te dejaste arrastrar por falsas promesas y hoy careces de valor para poder superarte y romper las cadenas que te someten a ser una masa inerte y brutal.

Oh Alemania mi voz se une al coro de visionarios y soñadores. Te convoco a pesar de todo a buscar tu verdad más allá de las sombras en donde hoy te encuentras y encontrar el potencial para ser grande, para recuperar tu espíritu y volver a ser poderosa.

(Cambiamos de escena, de escenario, ahora Nietzsche se encuentra en su estudio escribiendo una carta a Cosima Wagner esposa de Richard Wagner) (siempre el velador sobre su escritorio, la cabeza gacha sostenida con su mano izquierda, recordemos que el filósofo solía tener largos periodos de dolor de cabeza, por momento levanta su frente para mirar un cuadro de Wagner que, aunque estaba enemistado con él y esta había muerto recientemente aun lo admiraba como a casi nadie)

Nietzsche – No sé si me perdonaras, se también que no es el momento, pero es aún peor que oculte mis sentimientos, no tengo vueltas y sabes que jamás me gusto engañar a nadie, ni engañarme, dolorosa o no mi verdad está pegada en mi piel, en cada fibra de mis entrañas, por ello es que no puedo ocultarla ni considerar momentos, ni situaciones para expresarlas, por ello Cosima, espero me entiendas. Wagner ha muerto, es hora que te diga cuanto te quiero, siempre te desee, ahora estas sola y podemos pensar en nosotros, sabes que te amo, ¡cuando deseo que estemos juntos ¡

Rée – Hola amigo, ¿qué haces?, ¿escribes una carta? (Nietzsche tapa la hoja en donde estaba escribiendo con un libro suyo de reciente aparición, mira a su amigo y su rostro se tiño de rojo, está avergonzado de lo que estaba a punto de hacer, enviar esa carta a quien seguramente despreciara su conducta, la mujer de Wagner, si bien sabía de sus intenciones estaba enamorado de su esposo aun estando este muerto)

Nietzsche - Si Elizabeth está de viaje por Suiza, sabes cuándo dependo de ella.

Reé – Tienes que dejarla en paz, ¿no se está por casar con ese maestro admirador del nazismo?, ilusos nunca llegarán al poder, sus propuestas son tan absurdas, recoge el odio que el pueblo siente por la clase política y su incapacidad de sacar a Alemania de la crisis.

Nietzsche – Si ya se, entiende, solo le estoy pidiendo algunos consejos, es muy intuitiva mi querida hermana, ella sabe cómo debo ordenar mis escritos, a veces la odio, pero tiene una ductilidad de la que carezco para que las cosas adquieran cierta coherencia, ¿Me entiendes?

Rée – Tu hermana está influenciada por ese maestro, si bien es cierto lo que dices, influirá sobre ella y tus escritos tomarán un curso que no te gustara. Déjame que yo que soy tu amigo ordene tus trabajos, te conozco como pocos y hemos discutido mucho como para tener muy claro el sentido de tus pensamientos.

Nietzsche – Entiendo lo que me dices, pero no yo tengo claro cómo ordenarlos, primero mi mayor obra, Zaratustra, luego veremos, pero tres cosas son centrales, Mi Dios ha muerto, El súper hombre, en el eterno retorno y la supresión de todos los valores supremos, uno se enlaza con el otro sin los tres mi pensamiento se diluirá, como la arena entre las manos.

Rée – quien más que tú para dar sentido a tus escritos, a la gente le costará comprender, tendrás muchos intérpretes de tus ideas, muchos refractores también que intentarán desacreditarte, como hoy lo hacen con Zaratustra, serán interpretado por pensamientos contrarios que tomarán posesión sobre tus trabajos e intentara volcarlos a sus proyectos intelectuales, nadie sabrá, en fin, la profundidad de tus pensamientos. Dirán que eres un fascista o un anarquista, un marxista o un Freudiano, dirán que odiabas a los judíos o que despreciabas a los pobres y marginados. ¿Tú crees que te entenderán?

Nietzsche – No se amigó, el hombre madurará, la humanidad crecerá y su capacidad de entender se agudizará, el tiempo seguro dejara expuesto mis pensamientos más profundos, si es así la humanidad aún tiene esperanza de lo contrario lamentaremos haber perdido para siempre nuestra liberta, nuestro goce, nuestro potencial transformador, nos habremos dejados sumir en la esclavitud de la moral cristiana y entregado nuestra dignidad, ocultado nuestra esencia y dejado librado nuestras necesidades, deseos y capacidad de construir nuestra propia vida, el arte, la música de nuestra conciencia a manos de los mediocres quien intentaran adueñarse de la verdad absolutizando y aplastando el pensamiento crítico, libre. Dicen que estoy loco amigo, ya comenzaron a atacarme, sé que eso es así, pronto dirán que ya nos somos hombres, solo seres vacíos en busca de falsas identidades hijos de un capitalismo que se adueñara de nuestros sentimientos para encerrarlo en único relato, en una verdad absoluta de la que nadie podrá salir a costas de no sufrir el escarnio.

Rée - Ordena tus cosas amigo, no te dejes estar, no sé en manos de quien caerán tus textos cuando ya no estas, tu esfuerzo pudo haber sido vano y tus ideas caer en saco roto, diluirse en algún verbero de falsos profetas y aventureros del conocimiento, filósofos engañosos que harán de la modernidad sólo una caricaturesca ilusión.

Cambia de escena

(en otro tiempo, luego de oscurecen el escenario y que Rée de aleja, aparece el filósofo recostados en su viejo camastro, sus jaquecas ya eran insoportables, los ojos cerrados y tiritando de frío, entra la enfermera)

Enfermera - ¿Necesita algo Don Nietzsche? (mientras le pone encima otra frazada al percibir sus escalofríos) (El filósofo no responde, ella se sienta a su lado)

Nietzsche – (abre un ojo, aunque el cuarto estaba a media luz, sus ojos parecían dolerle ante el más mínimo reflejo de luz) ¿ha llegado correspondencia?

Enfermera – Ya sabe que no, hace tiempo que no llega correspondencia, todas fueron derivadas al correo de su hermana, todas las mañanas me pregunta lo mismo señor Nietzsche, ya pasó un año, sigue obsesionado por esa mujer, déjela ir, no se siga dañando.

Nietzsche – Tú qué sabes del amor, estas acá, junto a mí, no tienes vida, ella contestara, yo sé que sí, Wagner ya no está porque negarse a mi amor.

Enfermera – Disculpe, pero las cosas no son tan sencillas, usted se ha pasado muchos años encerrados últimamente, sobre el amor existen muchos matices, un montón de cosas que llevan a que una mujer se mantenga silenciosa, el dolor, quizás, la sumisión al hombre que amaba y que ya no está, mantener su lealtad ante la sociedad temerosa a ser juzgada, no siempre es desamor, disculpe, quizás no está interesado en usted.

Nietzsche - ¿Qué dices? ¿Tú qué sabes? Eres aún una niña, no has vivido lo suficiente, yo ya soy un viejo, no sé, en fin, quizás sea que no me desea, que no me ama, ¿Puede ser eso? Con todo lo que tengo para entregar, mi amor es poderoso, fuerte y eterno.

Enfermera – Nietzsche, pasaron años de esa carta, su hermana me lo confesó, usted ya no tiene sentido del tiempo, hágase a la idea que esa carta no llegará jamás.

(El filósofo parece querer levantar, pero las fuerzas le dificultan sus movimientos, cuando por fin lo logra, cae al piso, aunque lo intento la enfermera no pudo retenerlo entre sus manos, su cuerpo parecía muerto, los huesos se estrecharon contra el piso produciendo un ruido hueco)

Enfermera – Disculpe, pero las cosas no son tan sencillas, usted se ha pasado muchos años encerrados últimamente, sobre el amor existen muchos matices, un montón de cosas que llevan a que una mujer se mantenga silenciosa, el dolor, quizás, la sumisión al hombre que amaba y que ya no está, mantener su lealtad ante la sociedad temerosa a ser juzgada, no siempre es desamor, disculpe, quizás no está interesado en usted.

Nietzsche - ¿Qué dices? ¿Tú qué sabes? Eres aún una niña, no has vivido lo suficiente, yo ya soy un viejo, no sé, en fin, quizás sea que no me desea, que no me ama, ¿Puede ser eso? Con todo lo que tengo para entregar, mi amor es poderoso, fuerte y eterno.

Enfermera – Nietzsche, pasaron años de esa carta, su hermana me lo confesó, usted ya no tiene sentido del tiempo, hágase a la idea que esa carta no llegará jamás.

(El filósofo parece querer levantarse, pero las fuerzas le dificultan sus movimientos, cuando por fin lo logra, cae al piso, aunque lo intento la enfermera no pudo retenerlo entre sus manos, su cuerpo parecía muerto, los huesos se estrecharon contra el piso produciendo un ruido hueco)

Enfermera – Ya sabe que no, hace tiempo que no llega correspondencia, todas fueron derivadas al correo de su hermana, todas las mañanas me pregunta lo mismo señor Nietzsche, ya pasó un año, sigue obsesionado por esa mujer, déjela ir, no se siga dañando.

Nietzsche – Tú qué sabes del amor, estas acá, junto a mí, no tienes vida, ella contestara, yo sé que sí, Wagner ya no está porque negarse a mi amor.

Noveno Acto

Personajes:

Acto 1

(Escena: Un estudio, pilas de papel sobre un gran escritorio, junto a una biblioteca. Elizabeth está revisando los escritos de su hermano, parece intentar organizar una montaña desordenadas de papeles, está molesta, al parecer le esperaba mucho trabajo por delante)

Elizabeth - (examina los papeles encorvada sobre el gran escritorio de su hermano) Friedrich que has hecho, no dejó de encontrar más y más textos, ¿Qué haré con todo esto? Maldición, por dónde empezar, te necesito hermano, mira lo que has dejado, tus testimonios cambiarán a la humanidad, hermano eres un genio y el mundo tiene que saberlo.

(Acomoda una pila por acá, otra por allá, podría llenar todo un cuarto con tantos manuscritos, una de esas pilas se cae al piso de madera y parece producir un ruido igual al que el filósofo produjo cuando en el acto anterior se cayó de su camastro, como un cuerpo muerto, pero eran sólo papeles que se desparramaron en rededor de sus pies, se agacha gruñendo a recogerlos. Entra Rée y su aproxima a ayudarle)

Rée – ¿Que hacer en el piso?, ¿que ha paso?, son los escritos de Friedrich déjame ayudarte, que nada se arruine, por favor Elizabeth no sabes lo que eso significa.

Elizabeth – Ayúdame y calla, soy su hermana quien más que yo sabe lo que todo esto significa, Alemania espera conocer a quien dará nacimiento a una nueva época, su sufrimiento no fue en vano, no lo permitiré, yo sé que mi hermano le abrirá los ojos a una nueva humanidad que está naciendo acá y que se extenderá a cada rincón de la tierra.

(Rée la mira con cierto resquemor, los dos arrodillados en el piso recogiendo papeles y chequeando a la vez antes de acomodarlos que los textos coinciden, la escena era grotesca, pero a la vez trascendental: uno y otro serán los que den a conocer de una u otra forma un pensamiento que penetrara hondo en el corazón de muchos estudiosos de la era modernos)

Rée – Que dices mujer, Friedrich siempre fue mal interpretado, ten cuidado con lo que haces, no cualquiera entenderá si no son expuestos con el sentido que se deben tener. A veces sus pensamientos eran controvertidos, ¿entiendes mujer? Desafiante, ¿Por qué crees que a veces dudaba el mismo en publicarlos por las consecuencias que traerían una mala interpretación?

Elizabeth – Calla, eres un marxista, no entiendes nada, soy su hermana su heredera, me asiste el derecho de ser yo quien los publique, ¿Tu no entiendes? El pueblo alemán necesita abrir sus ojos, los pensamientos de Friedrich trazarán un nuevo curso en la historia de nuestro pueblo tantas veces humillado, una luz se proyecta hacia la Alemania, una vez más el designio de nuestra raza es puesto en escena para librar la última batalla.

Rée – Estas locas mujeres, ¿Qué dices? Mi amigo despreciaba esos pensamientos mesiánicos y colectivistas, el pregonaba la libertad no el odio, reivindicaba a la humanidad como la expresión más grande y hermoso que ha dado este mundo, el amor, no el odio, de donde sacaste eso, tu no lo conocías para nada, ese loco con el que te casaste te trastorno, como ese otro loco que anda por las calles de nuestra Alemania gritando como un desquiciado consignas mesiánicas, sobre la raza, sobre los judíos, una animal, que esta trastornando a nuestro pueblo. Yo sí lo conocía, nos pasábamos horas discutiendo sus teorías se bien que sentía, porque pensaba y decía lo que decía, se de su gran corazón, de su dolor y sufrimiento al ver como nuestra humanidad cede día a día, su libertad, como iba perdiendo su capacidad de ser, de expresarse y manifestar todos sus deseos sin ataduras ni falsas morales, cuando hablaba de un hombre nuevo, el superhombre, se refería a la capacidad humana de enfrentar su destino con madurez, sin dioses ni falsos mensajes sostenido en las mentiras de siglos, mentiras tras mentiras fueron esclavizando al hombre encerrándolo en una gran telaraña en donde ya no puede escapar, no encuentra la salida. Esto pensaba, esta era su salida, su luz.

Elizabeth – No permitiré que te inmiscuyas en sus textos, de ahora en más prohíbo que te acerques a ellos, vete Rée, vete antes que ya no pueda responder de mí. Amaba a mi hermano, somos de la misma sangre, la de la nueva Alemania, tu eres un híbrido sin corazón ni raza, él sabía de mis ideas, el me dejo su legado. Vete Rée, pronto verás como el genio de mi hermano sacude las entrañas de esta humanidad letárgica.

(Rée considero la batalla terminada, tenía razón ya no podía hacer nada, era su hermana, su verdadera heredera, sabía lo que pasaría, en su retiraba retrocede de espalda sin dejar de mirar esa montaña de papeles como quien ve en ellos un arma mortal.)

Décimo Acto

Un escenario en penumbras, su estudio, Nietzsche en el centro mirando al vacío, a la nada, está agitado, angustiado, le cuesta hablar, pero con esfuerzo necesita sacar fuera su dolor. Alguien pensaría que delira, pero no su lucidez era profunda e hiriente.

Nietzsche - ¿Richard? ¿Richard qué hacer, cuándo fue que te perdiste, quizás fue tu arribo a la fama que terminó con tu talento? ¿Recuerdas las noches en que creíamos estar en esos túneles oscuros que nos daban la luz de la apertura, que nos posesionaba en la ventada de estar en el camino de la verdad? Ahora…viejo amigo, me siento traicionado.

(El filósofo continúa hablando como si el músico estuviera ahí, sabía que no, pero necesitaba representarlo para poder desahogarse)

Nietzsche – Tú comenzaste a andar el camino del error cuando creías que se podía unificar el arte, colectivizar y de esa forma poder superarlo todo. Como me decepcionas no entiende que cada arte es en sí su propia potencia, cuando queremos mezclarlo lo devaluamos arrancamos su esencia, su poder de traspasar los límites del conocimiento.

(Se agarra la cabeza como si de golpe un fuerte dolor punzara su cerebro, se sienta y sostiene su cabeza con una mano, está un momento callado, parece que afueras una fuerte ventisca sacude sus ventanales, como queriendo entrar y desatar los mil demonios)

Nietzsche – Admiro tus triunfos, pero detesto tu misticismo religioso, tu nacionalismo mal sano, atemporal y peligroso, pero aún más detesto que has permitido que te consideren un ídolo, que te dejes arrastrar por la vanidad de la fama. Me das lastima, ya no andamos el mismo camino, yo acá detesto la más, las adulaciones, aún estoy lejos de la verdad, lejos de los dogmas esos que están arruinando tu música. Cómo pudiste, te amaba, eras para mí una gran esperanza.

(cuando escucha aumentar la bravura del viento, se asusta pensando que Wagner de algún lugar lo quería castigas con sus incisivos acordes, con sus tragedias pictóricas e idílicas, con su temperamento salvaje y arrollados que en un tiempo lo había caracterizado, no el hombre débil y sumiso que era hoy)

Nietzsche – “Ecce Homo” es todo lo que pienso de usted viejo amigo, ahí y solo ahí encontrará el dolor que invade y el léxico que destella llamaradas.

Adiós Richard yo seguiré mi propio camino, ya sin dios, sabré enfrentar mi destino, tú te has cobijado en el pasado el que ambos queríamos derrotar, el clero controla tus acordes. Yo necesito encontrar qué puerta abrir para hallar el curso de nuestra especie. Tú te has quedado en el camino, sin luchar, sumergido en la comodidad de la tan nefasta fama y de aquellos que por obediente te idolatran.

(Nietzsche sale del escenario, el viento sopla, sacude las ventanas, que, si dos mundos se hubieran estrellado y una gran nebulosa diera vida algo pequeño, sólido y único, ese ser que en medio de la escurrida busca a toda costa la razón de su existencia)

(luego de unos segundos en donde la campa se restablece, antes parecía como que llegaba el fin del mundo. Entra en escena Rée buscando al filósofo que hacía días no podía localizar)

Enciende la luz del estudio, antes estaba en penumbras iluminado por una pequeña lámpara que sale de uno de los escaparates de la pared.

Rée – Friedrich…… Friedrich…. ¿Dónde estás?, amigo, ¿dónde te has metido?

Se arrimó al escritorio del filósofo e intento vez en que estaba trabajando se sentó y tomó uno papeles que estaban arriba de una pila de folios sostenido de una lapicera fuente que toma también entre sus manos y comienza a leer para sí, pero el público logra escuchar, aunque pareciera murmurar:

Los valores morales impuestos restringen la libertad, la creatividad, el individualismo.

El hombre debe reconocer su voluntad de poder y dejarla fluir, saber de su existencia y valorarla, descubrirá en ello toda su gloria contenida por años.

Construimos nuestra propia realidad, sobre ella fundamos nuestro comportamiento, pero tenemos que comprender que solemos estar equivocados, nuestro mundo influye como así nuestra cultura, nuestros prejuicios y nuestras trabas morales, por ello andamos por el mundo por caminos sinuosos.

La compasión es una enfermedad, la debilidad de la igualdad nos transforma en rebaños, transformándonos en esclavos. La individualidad fortalece nuestra capacidad, libertad y creatividad.

La estética es la fuente de significado y afirmación de la vida, ahí se manifiesta la existencia humana, el arte es la barca que nos hará transitar todos los mares, los cielos y los desiertos más incognoscibles.

(Rée admira a su amigo, aunque no comprende toda su teoría, no sabe cómo componer y dar coherencia a todos sus escritos, estos no tienen total coherencia y creía que, aunque brillante eran oscuros y con contradicciones)

Nietzsche entra por donde salió, había ido al establo, preocupado por un par de equinos que relinchaban asustados por la tormenta. Entra con la cabeza baja, cuando ve a su amigo se asusta y parece retroceder, luego se calma y cae rendido en su butaca.

Nietzsche – ¿Hombre qué haces acá? Me asustaste, creía que por tu comportamiento ya no regresarías, extrañaba tu compañía, aunque ya me había acostumbrado a reflexionar en soledad. Acaso te persigue la culpa, lo que paso con Lou, no es culpa tuya, lamento solo que no hayas confiado en mí y decirme lo que sentías por ella como lo hice yo, desnudé mis sentimientos. Pero ya me he olvidado de ella, no perderé un amigo por un amor no correspondido, estoy mejor, puedo avanzar con mis investigaciones.

Rée – Tu sabes Lou es una mujer increíble, no sé cómo sucedió, pero bueno, ya no está a mi lado, la extraño, pero como te dije es un pájaro, siempre realiza su viaje buscando su clima más benigno.

Nietzsche – Sacrificamos nuestra amistad por nuestro amor, ¿Con que te quedas? El amor fluye y se consume en espasmódicas acciones descontroladas y brutales, el inconsciente, la pasión, lo irracional abre los instintos y potencia nuestra capacidad de ser, pero daña, lastima, todo se descompone, yo ya no creo en el amor, tu sabes, solo con la verdad, la brusquedad, este interrogante que nos asfixia sobra la razón de nuestra existencia es mi gran amor, adentrarme en un mundo nuevo e inexplorable, pero también, peligroso. Tu sabes, eres filósofo, conoces mis pasiones, no sirvo para ese tipo de amor, mi cabeza estalla, no hay lugar para el resentimiento ni la melancolía, ni la piedad, es pura furia.

Rée – Estuve viendo alguno de tus apuntes, te confieso que no entiendo, me gustaría poder ayudarte a ordenar tu obra, sé que eres reservado, pero esa genialidad tiene que ser accesible a todos, comprensible.

Nietzsche - Jajaja… quieres ordenar mis ideas, esa es una tarea imposible amigo, mis pensamientos no tienen una línea, sola bucea por el inconsciente humano, sobre las construcciones que nos sujetan intentando para desmontarlas, el bien, el mal, las reglas que nos rigen en rededor de esos paradigmas, te imaginas, los valores de donde provienen, quien los establecen, años de cristianismo, de filosofía griega y de metafísica, jajajaj, crees poder ordenar mis pensamientos, si todo es solo un brutal pesadilla que no tiene hilo, no tiene fin, es solo una desesperada búsqueda con el fin de desenredar la gran telaraña que nos impide ser en plenitud.

Rée – Dios ha muerto, ¿No entiendo? Una afirmación tan contundente de ese texto que acabo de terminar de leer, es un aforismo, no creo eso en ti, todo lo afirmas y luego te encierras un interrogante, por eso dudo. Dios ha muerto, ¿entiendes el significado de tremenda afirmación?

Nietzsche – El hombre lo ha asesinado y ahora no sabe qué hacer sin él, mató al padre que guiaba su vida a quien consultaba, quien decía lo que estaba bien o estaba mal, una monumental montaña de valores que empequeñece la condición humana. Somos una especie que para sobrevivir crea sus propios dioses, su debilidad ante las contingencias, su excusa, su justificación, el dios piadoso y comprensible, en donde todos somos iguales, una manada de ciervos. Útil e inútil, bueno o malo, ya estaba ahí cuando llegamos, como especie solo intentamos perdurar, reproducirnos y dominar, que otra cosa más que ese salvaje instinto rige nuestros comportamientos.

No es una metáfora, ni una analogía, mucho menos un aforismo, es un hecho tangible, único y trascendental, una nueva era se aproxima en donde todo cambiara aceleradamente sin poder nosotros entender ese cambio, solo nos iremos adaptando como un animal sumergido en un devenir anárquico que ya no podremos ordenar. Dios nos daba ese orden, ese equilibrio, esos parámetros en donde nos resultaba muy sencillo andar.

Rée – Entiendo, creo entender, yo creo en una salida colectiva, del pueblo en su conjunto, tú en el potencial del individuo, aun mas tú crees que si el hombre se masifica terminará para siempre con su capacidad creadoras, tú crees por momento que el hombre es el universo en acción, yo solo una humilde partícula dentro del el átomo, en una estructura que acciona en común con fuerzas similares.

Amigo, tienes que ordenar todos esos escritos, tienes que comenzar a publicarlos te puedo ayudar, ningún editor aceptara tal desorden en esos textos, necesitas presentar algo ordenado coherente.

Nietzsche – Veremos, aun me falta ordenar algunos textos, vincularlos, darle un cierre. Falta, estoy aun en agua, hay temas que no los puedo terminar y necesito hacerlos para luego vincularlos y tratar de tener algo de conjunto. No sé…. Me conoces, no estoy seguro, solo Zaratustra es mi obra culminada hay esta todo, pero sabes también que estoy enfermo, los dolores de cabeza son cada vez más intensos, no puedo concentrarme, los momentos de cierta paz son cada vez menos.

(Rée lo mira con intensidad, el filósofo está tendido en su cómoda, ahora sus palabras la sumergieron nuevamente en una intensa jaqueca, cierra sus ojos y se olvida que Rée está frente de él, su mundo está signado por el dolor y la soledad, la oscuridad es su mejor aliada, su amigo frente a él solo una buena excusa para intentar aclarar alguna de sus ideas, no porque buscara que lo ayudara, no lo necesitaba, solo él era capaz de ahondar la profundidad de sus escritos, pasara unos cuantos años antes que el mundo descubriera la esencia de sus advertencias.)

La luz se va apagando, es estudio del maestro comienza nuevamente a quedar en penumbras, un tigre ruge a los legos, un poderoso reflejo de luz traspasa su ventana iluminando al hombre tirado en el sillón, Rée no estaba, la humanidad todo se refugia junto a Nietzsche.

Acto Final (11)

Un escenario vacío, iluminado con una luz tenue y sombría. En el centro hay un atril con varios libros sobre él. Nietzsche vestido formalmente pero desalineado, entra en escena un tanto cansado, su rostro refleja angustia y dolor.

Nietzsche - ¿Acaso hay alguien ahí? (sin mucho esfuerzo y sin entusiasmo levanta un poco la vista para ver al fondo de la oscuridad) ¿Hay alguien en medio de este desierto, de este silencio ensordecedor? Siento sumergirme cada vez más en el olvido, en ese desierto que crece dentro de mí. Mi mente se consume en ese tormento, fue tan lucido mi pensamiento que ahora solo cenizas quedan de él.

(Se aferra al atril, necesita no solo sostenerse, también tomar impulso para ser convincente ante un público imaginario)

Nietzsche – (suspira) El futuro de la humanidad…. Se pierde más y más en ese desierto de la mediocridad en esa superficie en donde nada sucede, pero nos consume en el vacío, como ese desierto que crece en ustedes, en mí. (apunta a un público imaginario) Somos tan poderosos, pero a la vez cedemos nuestra libertad a cambio de la seguridad al punto en que perdemos nuestra identidad, única y sublime. Ahí está el súper hombre, ese capaz de romper los límites que lo encadenas y recuperar su plena lucidez su libertad.

(Ahora Nietzsche toma fuerza, su palabra es clara y contundente con su lucidez a pleno)

Nietzsche – Escuchen ustedes, imaginarios espectadores que deambulan por mi mente, reflexionad, despertemos de este letargo, la verdadera vida se encuentra más allá de esta a la que apenas le podemos extraer cada tanto un fútil volátil imperceptible momento de placer y por ello nos creemos felices, cuando en realidad la capacidad de ser y sentir debe ser la razón único de nuestra existencia. Es necesario romper esas cadenas, esa enredadera que anida en nuestro corazón, que nos sujeta y nos condena al no ser y disponernos solo a esperar la muerte, esa enredadera moral transformadas en represión, leyes que han sido creadas para que nuestra razón de ser hombres quede agónica en el camino de nuestras frágiles existencias.

(Ahora más calmo)

Nietzsche – El hombre es nuestro mayor enigma, nuestra principal pesadilla, somos nuestra propia condena, encerrados en nosotros, sumergidos en desplaceres e insatisfacciones, quebrados, incompletos, insatisfechos, sin saber aún que hacer, que comportamiento asumir ante tanta soledad. Pero a pesar de todo, tenemos que saber asumir y amar nuestro destino, asumir el eterno retorno de lo mismo y superar nuestras debilidades. El hombre debe trascender y alcanzar por fin su grandeza.

(Se aleja del atril y antes de salir por la puerta dice estas últimas palabras)

Nietzsche – Mi querida Alemania, mi humanidad, el hombre, hasta donde caerá nuestra condición, nos matamos uno a otros, sumergida en la obediencia ciega, en la esclavitud de los tiempos modernos, razón arrasada por la codicia y la riqueza, un ejército de autómatas obediente sin moral dispuesto a todos. Cuando purgaremos nuestra culpa y nos terminamos reconociendo como una única raza, única especie, esa que en sus orígenes pretendió protegerse, reproducirse y en ese proceso desarrollar su capacidad de amar.